La medicina, como disciplina universal, sirve como vínculo crucial entre individuos de diversas procedencias, especialmente en el contexto actual, donde la preservación de la salud se erige como uno de los principales pilares de la existencia humana. En este contexto, la traducción médica emerge como una especialización científico-técnica para facilitar el intercambio de conocimiento entre personas que no hablan el mismo idioma, ya que garantiza la comunicación fluida y precisa en el ámbito médico.
Esta disciplina no solo se limita a la traducción de términos y conceptos médicos, sino que abarca un gran número de áreas y especialidades, que van desde la medicina general hasta la pediatría, cardiología, endocrinología, neurología, ginecología, entre otras. Todas comparten un denominador común: un alto nivel de especialización lingüística y una estructura textual clara, precisa y bien definida.
Basándose en esta premisa, los traductores médicos se enfrentan a una serie de desafíos significativos al llevar a cabo su labor que veremos a continuación.
Existen diversas tipologías textuales dentro del ámbito médico que requieren ser traducidas, entre las que se incluyen anuncios (tales como aparatos ortopédicos, prótesis, fármacos, etc.), artículos provenientes de revistas médicas especializadas o de divulgación general, folletos informativos, certificados médicos (tanto de salud como de defunción), protocolos de ensayos clínicos, informes médicos, libros de texto especializados o de divulgación, consentimientos informados, recetas, prospectos, patentes, así como vídeos explicativos. El traductor médico debe saber las particularidades de cada tipo de documento y adecuar su redacción.
En la traducción médica prima la claridad, precisión y veracidad. Además, los traductores médicos deberán conocer la estructura propia de cada texto científico (p. ej., artículos que siguen la clásica estructura de introducción, exposición de la investigación, métodos, resultados y conclusiones). También debe mantener la forma impersonal y objetiva.
Un traductor médico competente está habituado a superar obstáculos como los falsos amigos (por ejemplo, "actual" en español puede confundirse con "current" en inglés, pero su significado real es "presente"). Además, debe lidiar con neologismos y con la ambigüedad o imprecisión inherentes a ciertos términos. Por ejemplo, "constipación" en español puede traducirse erróneamente como "constipation" en inglés, cuando en realidad debería ser "cold" o "common cold". Por otra parte, cuenta con una amplia gama de recursos lingüísticos especializados, como diccionarios y tesauros, que le permiten asegurarse de utilizar la terminología adecuada en cada contexto.
Un traductor profesional comprende la importancia de identificar en primer lugar el propósito y el público destinatario del texto, con el fin de ajustar la traducción de manera adecuada. Por ejemplo, en inglés, es común en ciertas publicaciones generales combinar terminología técnica con expresiones populares (como en el caso de los nombres formales y coloquiales de enfermedades: "varicella" vs. "chicken-pox"), mientras que en español se tiende a mantener un lenguaje más técnico. En este sentido, el traductor médico adapta cada idioma a su contexto de uso, garantizando una comunicación efectiva y precisa en todas las situaciones.
Aunque pueda parecer sorprendente, el factor cultural también desempeña un papel crucial en el ámbito médico. Por ejemplo, en español es común utilizar los nombres comerciales de los medicamentos en textos científicos, mientras que en inglés se tiende a emplear los nombres de los compuestos químicos correspondientes.
Los textos médicos suelen estar sujetos a la supervisión de diversas autoridades competentes, dependiendo del contexto y la región. Estas autoridades pueden incluir agencias reguladoras de salud, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en Estados Unidos, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) en la Unión Europea, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) en España, entre otras. Además, en algunos casos, las instituciones académicas, los comités éticos de investigación y las organizaciones profesionales también pueden ejercer cierto grado de supervisión sobre los textos médicos.
Por eso es crucial tener en cuenta y mantener los requisitos de estructura, organización, unidades de medida y demás especificaciones establecidas a la hora de traducir cualquier tipo de documentación médica.
La excelencia en la traducción médica requiere el cumplimiento de una serie de requisitos fundamentales. Estos son solo algunos de los aspectos más relevantes que un/a traductor/a médico debe considerar para garantizar la calidad de su trabajo:
La traducción médica es un pilar fundamental en la comunicación de la atención médica globalizada. Desde la comprensión de la terminología especializada hasta la adaptación a las diferencias culturales y regulatorias, cada aspecto del proceso de traducción requiere precisión y conocimiento profundo.
Los traductores médicos, con habilidades lingüísticas sólidas y experiencia en el campo, desempeñan un papel crucial en la garantía de una comunicación efectiva y precisa en el ámbito médico. Es esencial que cuenten con recursos confiables y se comprometan con la formación continua para mantener la excelencia en su labor.
En última instancia, la calidad de la traducción médica tiene un impacto directo en la seguridad y el bienestar de los pacientes. Por lo tanto, los traductores médicos deben abordar su trabajo con profesionalismo y dedicación, reconociendo siempre la importancia de su contribución a la promoción de la salud y el acceso equitativo a la atención médica en todo el mundo.